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Sobre «el príncipe» escribiré otras muchas entradas, sobre todo porque para mi(y supongo que para otros muchos) es una especie de animal totémico, probablemente mas el hombre que el piloto. 

Este texto es como quien dice apócrifo de internet, yo lo he leído en varios sitios,aunque seguramente procede de algún libro o revista,  pero la transcripción definitiva viene de mano del entendido Juancho, tertuliano ilustre de MotorpasionF1.  Quede claro que no soy supersticioso ni nada parecido, pero el relato es sin duda bonito y merece la pena no dejarlo caer el el olvido, sea real o apócrifo. 

“Todos y cada uno de nosotros los pilotos sabemos que la muerte figura en nuestro contrato”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era el día 6, el auto número 6, el modelo 006, y el motor Cosworth estaba identificado con el 66. Francois Albert Cevert tenía cumplidos apenas 29 años. “Todos y cada uno de nosotros los pilotos sabemos que la muerte figura en nuestro contrato”.Francois Cevert. Más alla de la fatídica coincidencia numérica que se dio en el día de su accidente, la vida y la muerte de Francois Cevert incluyen una cuasi leyenda que roza lo paranormal y lo esotérico. Anne “Nanou” Van Malderen, con quien Francois tuvo quizás la relación amorosa más duradera y que en los 80 fue diseñadora de vestuario en la industria del cine; contó que en 1959, visitó a una “adivinadora” en el pueblo de Asnieres. “Nanou” tenía 20 años y descreía de tales cuestiones pero aún así accedió en acompañar a su madre… “La adivina no `tiraba´ las

cartas ni consultaba ninguna bola de cristal. Solo te miraba fijamente a los ojos durante un largo rato y examinaba una foto y luego escribía algo imposible de descifrar. Aunque estaba atendiendo otros asuntos con mi madre, la mujer de pronto me miró fijamente y exclamó: “Debo hablar contigo”. Sorprendida crucé la habitación y cuando estuve frente a ella me dijo: “Tu matrimonio no durará… conocerás a un hombre que dejará una profunda huella en tu vida, serás feliz… puedo ver sus ojos azules… puedo ver el mar…

 lo conocerás cerca del mar”.

“En 1964 conocí a Francois en Saint Tropez”. “Dos años más tarde, cuando Francois iba a presentarse en el concurso Shell, fui nuevamente a ver a la adivina. No le dije nada sobre él, solo le mostré su fotografía…” “ ya lo has conocido –dijo- es extraño, su imagen se me aparece confusa y entremezclada con algo, una máquina, tiene ruedas pero no tiene cuerpo… qué puede ser?” “Es un auto de carreras”-respondí. La mujer siguió diciendo: “Asistirá a un examen o algo parecido y lo ganará. Veo una exitosa carrera… pero no podrás retenerlo porque su éxito los separará… este hombre no cumplirá los 30 años”. “El calendario colgado en la pared marcaba el 29 de junio de 1966” “Cuando le comenté todo a Francois me dijo que mi vidente estaba loca y que él mismo iría a verla. Y efectivamente la visitó en setiembre. Cuando regresó me preguntó si yo acaso había telefoneado a la mujer. Le contesté que no, que para que iba a hacerlo y por qué me lo preguntaba… me contestó que le había dado las mismas predicciones que a mí”. “Y dice que no llegaré a los 30 –me dijo Francois- Qué me importa si para entonces ya seré campeón del mundo. Moriré con toda mi fama… que muerte más gloriosa!” Años después, pasado el maldito 1973, “Nanou” volvió a visitar a la vidente. Pero esta vez llevó una foto de Francois tomada cuando era muy niño, imposible de reconocer. La mujer la examinó largo rato en absoluto silencio. Después levantó la vista y solo dijo… “Está muerto”.

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